Tras los recortes anunciados por el Gobierno el pasado 11 de julio, NOPHOTO ha decidido documentar la evolución del verano más inhóspito y desalentador de nuestra historia reciente. Por si después de éste ya no hubiera otro. Por si desaparece de nuestras vidas el verano. Este blog narra por tanto un estado de inquietud. Sus contenidos son frágiles y discontinuos, asociados a la naturaleza precaria de los tiempos que vivimos. Pretende describir y rememorar las emociones de esa experiencia en vías de extinción que llamamos verano.

En las playas donde la erosión aún no ha disgregado a las rocas en partículas de arena y polvo, disfruto husmeando entre las piedras en busca de un canto rodado que sea diferente de los demás, bien por su forma única, bien por su color original. Muchos veranos atrás, cuando era niño, jugaba con mis primas a encontrar “piedras preciosas” que en realidad sólo eran los plomos de los pescadores arrastrados por la marea hasta la playa, o fragmentos de cristal de botella redondeados a causa de la sedimentación.

Todavía hoy encuentro un placer enorme en el ejercicio inagotable de buscar algo, imagino que motivado por estas experiencias infantiles. Incluso me parece que mi actividad fotográfica es una ramificación natural emparentada con aquellas exploraciones incipientes donde se ponía en juego la emoción de salir a buscar un tesoro.

Motivado por esta voluntad de revolver entre las piedras, encontré en Facebook -esa gran acumulación de multiplicidades que esperan ser vistas- un relato autobiográfico que a mi modo de ver es raro; diferente de los contenidos habituales que circulan por las redes sociales. Me llamó la atención porque su singularidad proyectaba un malestar que no parece exclusivo de un solo individuo. Es el relato de un desasosiego colectivo. Dice así:

“Que noche más horrible, llevo despierta desde las cuatro de la mañana, y no creo que vuelva a dormir en lo que queda de verano. Primero, un mosquito que vive en mi habitación, y esta noche se ha hinchado conmigo. Como se ha fundido la luz de mi cuarto, no podía levantarme a oscuras para intentar encontrarlo y matarlo, que era exactamente lo que deseaba hacer, y como la vibración del bicho me estaba volviendo loca, sólo se me ha ocurrido la genial idea de taparme enterita, y asfixiarme con el edredón; teniendo en cuenta que ha sido la noche más calurosa del año, por supuesto, imposible volver a dormir. Ha sido entonces, cuando he escuchado los gritos de mi hermano, que está pasando unos días en mi casa, y se ha levantado, sonámbulo, como siempre, y ésta vez, le ha dado por empezar a sacar los muebles de la habitación donde duerme y llevarlos al salón. Estoy alucinada: Entre otras cosas, tengo un sillón de ordenador, exageradamente grande, el cual era imposible de mover del sitio donde estaba, y bueno, pues ahora ahí lo tenemos, en mitad del pasillo. Y eso, que cuando mi hermanito me dijo que venía, quité todo lo que había por en medio para que no se hiciese daño cuando, dormido, sale corriendo por la casa, llevándose todo lo que encuentra por delante, gritando y suplicando, que por favor, no le maten. En fin. De vacaciones en familia.”

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