A finales del verano pasado mi abuela tomó la decisión de retirar de su armario el albornoz, el traje de baño, las sandalias y el gorro. Estaba empeñada en que ya se estaba haciendo mayor para eso de bañarse en una piscina. Dentro de un par de meses cumplirá 88 años.
Este verano he echado de menos sumergirme con ella en la piscina. ¡Como le gustaba tirarse de bomba!…
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