Si de verdad este es el último verano, a mí plin, porque anoche hice una de las cosas que me faltaban por hacer antes de morir. Ayer pasé la noche en el Pimpi Florida, el mejor bar que se pueda imaginar. Lo que allí ocurre todas las noches es muy fácil de predecir y muy difícil de explicar. Ese lugar es la obra maestra de un genio que ha conseguido un agujero negro de felicidad manejando muy pocos elementos: un bar estrecho, música, marisco y vino blanco fresquito. Todas las noches se repite el ritual, la gente hace cola para disputarse unos centímetros cuadrados de suelo en los que durante cinco horas será la persona más feliz del mundo. Como dice su dueño:
“Aquí la crisis ha pasado de largo”
10/08/2012 el valen
13/08/2012 Maño