“Queridos M. y J.: Desde este lugar a orillas del Mediterráneo al que ya somos asiduos, os pongo unas letras para enviaros nuestra sincera y cariñosa felicitación por vuestra próxima boda. (…) Hoy día quince habréis tenido comida familiar lo que me ha traído a la memoria aquellas fabes que solíamos degustar bajo algún árbol o en el porche durante unos años en los que os veíamos crecer. Todo va pasando y es un gusto saber de vosotros por estas cosas. Espero que vuestra hija esté disfrutando de Muros y que vosotros tengáis unas buenas vacaciones que os permitan el regreso a Madrid bien cargados de energía.
M. y C., junto a sus hijos, han pasado una semana con nosotros y ha sido un gran disfrute. I. le dijo al director del hotel que, de lo que él conocía, este es el mejor hotel del mundo. El director casi daba saltos de alegría… hoy me ha dicho por teléfono que si puede volver el próximo año y, para no explicarle lo de la crisis le he dicho que sí.
Bueno, ahora nos iremos a dar un paseo. (…) Espero que en Madrid encontremos un hueco que nos permita vernos. Besos.”
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