Hoy encontré una imagen de hace algún tiempo, de cuando la construcción, el ladrillo le dicen ahora, era el estandarte, el mascarón de proa de una economía, que tuvo, como el Titanic, su iceberg.
Solo que ahora parece como si hubiese sido el pasaje el único en empeñarse en no verlo. Y ni el capitán, ni la tripulación, ni siquiera los músicos, hubiesen tenido nada que ver en esa película.
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