Cuando tenía unos 11 años me perdí durante varias horas en un bosque. Fue una de las peores experiencias de mi vida. Desde entonces, ir al campo no me gustaba demasiado ya que me recordaba el miedo y la soledad que pasé en ese momento. Años después, pude quitarme esta sensación cuando unos amigos y yo atravesamos durante casi toda una noche un bosque. Desde entonces, siempre que puedo, vuelvo a pasear por el campo cuando cae el Sol. Espero a que se vaya la luz, apago mi linterna y me pongo a caminar. Es una sensación extraña pero placentera. Cuando regreso del paseo me siento bien, no ha ocurrido nada, he superado mis miedos.
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