Durante la fiesta del sábado pasado un camarero del catering muy agradable no paró de servirme bebida con una sonrisa. Me caía bien, era un tipo corpulento y estuve a punto de hacerle la gracia de que me pareció haberle visto en el desfile de la inauguración de las olimpiadas de la noche anterior. A mitad de la fiesta el camarero incomprensiblemente salió disparado a la piscina se tiró al agua y luego escapó desnudándose y gritando que le perseguían unos tipos de Cuatro Caminos y que querían matarle.
La escena fue quijotesca. Fuimos a buscarle por la urbanización y nos le encontramos subido en lo alto de un tejado gritando frases incomprensibles. Aquello se escapaba a toda razón. Hablaba de Dios y de gente que no conocíamos. Los Guardias Civiles que le bajaron del tejado dijeron que había tenido una crisis psicótica. A mi sus palabras me hacían pensar que había sufrido una traición y que la desesperación le había llevado a comportarse así. La traición puede llevar a cometer locuras y ninguno estamos liberados de la traición. Están sucediendo a mi alrededor cosas muy extrañas a las que no soy capaz de dar sentido.
31/07/2012 Jonathan Moddlin