¿Cuánto de agro y cuánto de cultura tiene la agricultura? Pues bien, hoy en día, más bien poco. Por no decir nada. A no ser que por agro entendamos la industria química, el mercado de patentes, el uso indiscriminado de combustibles fósiles, la contaminación de suelos y acuíferos, los monocultivos o el inquietante sabor del tomate; y por cultura entendamos la precarización de la comunidad agrícola, el dumping, la especulación con el precio del grano, las grandes cadenas de supermercados o las abrumadoras distancias que separan a consumidores y productores.
Aún así, y por extraño que parezca, todavía hay gente que, cueste lo que cueste, está empeñada en hacer que la agricultura cumpla lo que su propio nombre dice.
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