En el verano de 1969 mi suegro Marc viajó en autostop desde Bruselas a Almería. Perseguía a su novia que era hija de unos inmigrantes andaluces que vivían en Bélgica y pasaban el verano en su pueblo. Puso tanto empeño que llegó antes que ella que viajaba en tren con sus padres. Marc cuenta que su visita al pueblo coincidió con la llegada del hombre a la luna y que sacaron a la calle las pocas televisiones en blanco y negro del pueblo para ver el alunizaje. Él siempre se mofa de que cuando el hombre llegó a la luna no encontró nada y cuando él llegó a España encontró una familia. En cierta forma estoy conectado con la carrera espacial porque ahora esa familia es la mía. Por eso todos los veranos en Cantoria mi hija se viste de gitana para asistir a las carrozas. Este año con la crisis el ayuntamiento sólo ha suministrado una carroza donde iban la Miss Cantoria flanqueada de sus damas de honor. La crisis tiene sus cosas buenas porque los del pueblo han previsto el problema y han tuneado un montón de vehículos particulares. Aquello parecía la feria del Rocío. Como yo no he tuneado nada, mi hija se ha tenido que montar en un tren que hacía de cola del pelotón. Allí iba Carmela con su pinta de sueca vestida de traje de volantes. Parecía una extranjera como lo parecemos todos en cuanto salimos del barrio.
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